"Hoy la lectura es mucho más amplia que lo que cabe en una biblioteca, aunque no mejor"
"Cada vez estamos más acostumbrados a descifrar la marea de texto visual con que nos bombardean las pantallas durante todo el día"
09.11.2013 | 03:34
Chus NEIRA
Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) es novelista, poeta y autor de dos ensayos clave sobre literatura y revolución digital, "Pangea" y "El lectoespectador". En verano regresó a Madrid tras haber ocupado en los últimos años la dirección de los institutos Cervantes de Albuquerque, en Estados Unidos, y Marrakech, en Marruecos. El jueves analizó en Oviedo la recepción actual de la lectura dentro de las jornadas "Piedra, papel, tijera... pantalla", que organiza la Universidad y que ayer concluyeron con una mesa redonda sobre nuevas formas de lectura en la sociedad actual
-¿Se lee mejor, peor?, ¿las pantallas acabarán con nosotros?
-Siempre intento colocarme ni con los apocalípticos ni con los completamente integrados. Detrás de cada avance tecnológico hay unos intereses que casi siempre son económicos e incluso posiblemente todo lo que sirve para comunicarse sirve también para que otros se informen sobre nosotros. Eso quiere decir que no podemos ser ingenuos ante esta tecnología, aunque sean unidades de lectura, dispositivos de los que, por otra parte, he sido siempre muy fan.
-¿Por qué fan?
-Porque están muy bien, son grandes instrumentos de transporte de libros. Cualquier lector que haga un viaje largo lo sabe. En un avión desde Buenos Aires estos dispositivos son la tabla de salvación de los lectores.
-¿Y en qué nos han cambiado como lectores?
-Todos estos dispositivos electrónicos, desde los noventa, a partir del procesador Windows de Microsoft, de la extensión de internet después, de las redes sociales y, finalmente, de los dispositivos lectores, es evidente que han ido modificando nuestra lectura, cada uno de una forma. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos leemos constantemente algún tipo de pantalla, en el televisor, en el ordenador, que está ya presente en casi todos los trabajos, o en la pantalla del móvil, que integra las otras pantallas. Y ahí leemos en parte texto y en parte imagen estática o imagen dinámica. Recibimos un bombardeo constante de información, de texto visual, como yo lo llamo, donde la imagen, la de televisión, por ejemplo, tiene cada vez más texto, más mensajes. El resultado es una marea de letras que cada vez estamos más acostumbrados a descifrar. Los neurobiólogos están percibiendo mutaciones que afectan incluso a las personas mayores que hoy en día acceden sin ningún problema a un ordenador, una tablet...
-Hoy mismo usted se maravillaba en su Twitter de la destreza de una anciana en el tren manejando los emoticonos del "Whatsapp".
-Es cierto, son discursos visuales, símbolos icónicos. Primero accedes, luego los utilizas según te dicen y el tercer momento es cuando descubres que puedes componer nuevas historias combinando símbolos, desarrollando tu propia sintaxis. En el fondo es como los jeroglíficos egipcios.
-Junto a lo visual, ¿qué importancia tiene el hipertexto, el link, en estas nuevas lecturas?
-El hipervínculo es definitorio de la nueva lectura. Hay muchos teóricos que retrotraen la idea de hipertexto a Cortázar con "Rayuela" o a Borges con "El jardín de senderos que se bifurcan", pero en realidad ellos no son precursores del hipertexto, porque requiere del hipervínculo digitalizado en el que tú pinchas y te lleva a otro sitio. En esas obras literarias el hipervínculo es cerrado, ahora es abierto. Eso es lo que diferencia la lectura antigua de ésta. Antes lo que se leía se podía contener en una biblioteca. Hoy la lectura es mucho más amplia, y no por ello necesariamente mejor. Todo depende de las competencias que tengamos como lectores digitales. Aunque son unos mínimos rudimentos que se adquieren con el uso, no hace falta ser un experto informático.
-Hay autores que indican que la lectura fragmentaria da lugar a nuevos tipos de conocimiento.
-Yo distinguiría entre los autores optimistas y los autores...
-¿De ciencia ficción?
-Sí, algo así. Por ejemplo, Derrick de Kerckhove, el autor de "La piel de la cultura", sostiene que el acceso a la creación colectiva global puede llegar a crear una especie de superconciencia global, un supercerebro inteligente. A mí me gustan más los autores optimistas razonables, como Anaclet Pons, que además es un historiador, por tanto, nada sospechoso. Se ha metido a fondo en la cuestión, y en su libro "El desorden digital" viene a decir que no hay pruebas concluyentes para afirmar, como hacen algunos, que la lectura en internet nos haga tontos. Y que la prueba más clara es que todos esos autores que escriben de los peligros de internet, como Nicholas Carr, también leen en internet, y esa lectura no les ha impedido concentrarse en redactar libros profundos.
-No es peor. ¿Tampoco mejor?
-No, es distinto. La ventaja es que si hoy te quieres encerrar a estudiar a Heidegger en una biblioteca de ocho de la mañana a diez de la noche puedes hacerlo. La lectura como la conocimos hasta el pasado siglo es posible; pero si quieres hacer otra lectura más horizontal la puedes hacer, y tienes otras ventajas como poner otros puntos de información en contacto. Por ejemplo, estudiar la recepción de Heidegger en universidades de todo el mundo. En el siglo XIX eso hubiera sido casi imposible. Sólo lo podrían haber hecho los millonarios, con dinero para viajar, y llevaría tanto tiempo que al llegar a Japón, por ejemplo, ya habría cambiado la situación en el primer lugar estudiado. La diferencia hoy, como dice Eloy Fernández Porta, es el "real time".
-Junto con el hipervínculo, esa parece la otra característica fundamental de estos nuevos modos. ¿Cómo define el "tiempo real"?
-En "Pangea" ya hablaba de "tiempo pangeico", que en realidad no es una idea propia, es ese "instante continuo" que ha analizado, entre otros, Paul Virilio. El "tiempo real" consiste en que las agencias de viajes no dejan de vender en ningún momento del día, el cliente no deja de comprar y la información está disponible en todo momento. La información no cesa, Twitter no para y Facebook no deja. Es alucinante contemplar tu muro de Twitter por la noche y ver cómo comienza a poblarse de hispanoamericanos. Y hay algo hermoso ahí en ver cómo la lengua española, la comunidad hispanohablante, no deja de producir.
-Lo veo convencido...
-Es que por eso digo que no podemos decir que esto sea mejor ni peor. Lo único seguro es que se producirán cambios que ni podemos esbozar. El momento, desde luego, es muy interesante.
-Y en literatura, ¿por qué no abunda más la literatura que experimenta en sintonía con los tiempos?
-En otras épocas los autores más leídos tampoco eran Galdós o la Generación del 27, sino Vicente Blasco Ibáñez. El mismo Faulkner o Torrente Ballester no eran muy leídos, y hoy son respetados. No hay que confundir entre la literatura de puro entretenimiento y la que sin renunciar a seducir al lector aspira a algo más. Estas dos tendencias siempre han estado ahí, y el papel, cada vez más residual, de la crítica literaria debe ser el de intentar poner en contacto al público lector con los autores más interesantes.
-¿Hubo mejores épocas para la experimentación? ¿Los sesenta, los setenta?
-... Pero el movimiento experimental de los setenta vendía poco. Lo que pasó es que al entrar la industria de mercado los economistas desplazaron a los editores. Primero se puso de modelo a autores que vendían, grandes nombres, pero la aparición del "best seller" histórico hizo que apareciera un público nuevo y en el afán de mantener a ese público se olvidaron de los grandes maestros y se pusieron a buscar "best sellers". Ahí todo se estropeó. Y el hueco que quedó para la escritura experimental fue muy reducido.
-¿Qué me dice de las nuevas pequeñas editoriales, las llamadas "indies"?
-Han traído la bibliodiversidad, en un momento en el que el mercado parece que se ha autorregulado, volviendo a un número de novedades, dicen, de 1992. El mercado ha tomado conciencia de que había saturado la oferta; pero las bibliodiversidad que aportan las "indies" es uno de los grandes objetivos que mantener.
Articulo Publicado en Ls Nueva España www.Ine.es
http://www.lne.es/oviedo/2013/11/09/hoy-lectura-amplia-que-que/1496876.html
Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) es novelista, poeta y autor de dos ensayos clave sobre literatura y revolución digital, "Pangea" y "El lectoespectador". En verano regresó a Madrid tras haber ocupado en los últimos años la dirección de los institutos Cervantes de Albuquerque, en Estados Unidos, y Marrakech, en Marruecos. El jueves analizó en Oviedo la recepción actual de la lectura dentro de las jornadas "Piedra, papel, tijera... pantalla", que organiza la Universidad y que ayer concluyeron con una mesa redonda sobre nuevas formas de lectura en la sociedad actual
-¿Se lee mejor, peor?, ¿las pantallas acabarán con nosotros?
-Siempre intento colocarme ni con los apocalípticos ni con los completamente integrados. Detrás de cada avance tecnológico hay unos intereses que casi siempre son económicos e incluso posiblemente todo lo que sirve para comunicarse sirve también para que otros se informen sobre nosotros. Eso quiere decir que no podemos ser ingenuos ante esta tecnología, aunque sean unidades de lectura, dispositivos de los que, por otra parte, he sido siempre muy fan.
-¿Por qué fan?
-Porque están muy bien, son grandes instrumentos de transporte de libros. Cualquier lector que haga un viaje largo lo sabe. En un avión desde Buenos Aires estos dispositivos son la tabla de salvación de los lectores.
-¿Y en qué nos han cambiado como lectores?
-Todos estos dispositivos electrónicos, desde los noventa, a partir del procesador Windows de Microsoft, de la extensión de internet después, de las redes sociales y, finalmente, de los dispositivos lectores, es evidente que han ido modificando nuestra lectura, cada uno de una forma. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos leemos constantemente algún tipo de pantalla, en el televisor, en el ordenador, que está ya presente en casi todos los trabajos, o en la pantalla del móvil, que integra las otras pantallas. Y ahí leemos en parte texto y en parte imagen estática o imagen dinámica. Recibimos un bombardeo constante de información, de texto visual, como yo lo llamo, donde la imagen, la de televisión, por ejemplo, tiene cada vez más texto, más mensajes. El resultado es una marea de letras que cada vez estamos más acostumbrados a descifrar. Los neurobiólogos están percibiendo mutaciones que afectan incluso a las personas mayores que hoy en día acceden sin ningún problema a un ordenador, una tablet...
-Hoy mismo usted se maravillaba en su Twitter de la destreza de una anciana en el tren manejando los emoticonos del "Whatsapp".
-Es cierto, son discursos visuales, símbolos icónicos. Primero accedes, luego los utilizas según te dicen y el tercer momento es cuando descubres que puedes componer nuevas historias combinando símbolos, desarrollando tu propia sintaxis. En el fondo es como los jeroglíficos egipcios.
-Junto a lo visual, ¿qué importancia tiene el hipertexto, el link, en estas nuevas lecturas?
-El hipervínculo es definitorio de la nueva lectura. Hay muchos teóricos que retrotraen la idea de hipertexto a Cortázar con "Rayuela" o a Borges con "El jardín de senderos que se bifurcan", pero en realidad ellos no son precursores del hipertexto, porque requiere del hipervínculo digitalizado en el que tú pinchas y te lleva a otro sitio. En esas obras literarias el hipervínculo es cerrado, ahora es abierto. Eso es lo que diferencia la lectura antigua de ésta. Antes lo que se leía se podía contener en una biblioteca. Hoy la lectura es mucho más amplia, y no por ello necesariamente mejor. Todo depende de las competencias que tengamos como lectores digitales. Aunque son unos mínimos rudimentos que se adquieren con el uso, no hace falta ser un experto informático.
-Hay autores que indican que la lectura fragmentaria da lugar a nuevos tipos de conocimiento.
-Yo distinguiría entre los autores optimistas y los autores...
-¿De ciencia ficción?
-Sí, algo así. Por ejemplo, Derrick de Kerckhove, el autor de "La piel de la cultura", sostiene que el acceso a la creación colectiva global puede llegar a crear una especie de superconciencia global, un supercerebro inteligente. A mí me gustan más los autores optimistas razonables, como Anaclet Pons, que además es un historiador, por tanto, nada sospechoso. Se ha metido a fondo en la cuestión, y en su libro "El desorden digital" viene a decir que no hay pruebas concluyentes para afirmar, como hacen algunos, que la lectura en internet nos haga tontos. Y que la prueba más clara es que todos esos autores que escriben de los peligros de internet, como Nicholas Carr, también leen en internet, y esa lectura no les ha impedido concentrarse en redactar libros profundos.
-No es peor. ¿Tampoco mejor?
-No, es distinto. La ventaja es que si hoy te quieres encerrar a estudiar a Heidegger en una biblioteca de ocho de la mañana a diez de la noche puedes hacerlo. La lectura como la conocimos hasta el pasado siglo es posible; pero si quieres hacer otra lectura más horizontal la puedes hacer, y tienes otras ventajas como poner otros puntos de información en contacto. Por ejemplo, estudiar la recepción de Heidegger en universidades de todo el mundo. En el siglo XIX eso hubiera sido casi imposible. Sólo lo podrían haber hecho los millonarios, con dinero para viajar, y llevaría tanto tiempo que al llegar a Japón, por ejemplo, ya habría cambiado la situación en el primer lugar estudiado. La diferencia hoy, como dice Eloy Fernández Porta, es el "real time".
-Junto con el hipervínculo, esa parece la otra característica fundamental de estos nuevos modos. ¿Cómo define el "tiempo real"?
-En "Pangea" ya hablaba de "tiempo pangeico", que en realidad no es una idea propia, es ese "instante continuo" que ha analizado, entre otros, Paul Virilio. El "tiempo real" consiste en que las agencias de viajes no dejan de vender en ningún momento del día, el cliente no deja de comprar y la información está disponible en todo momento. La información no cesa, Twitter no para y Facebook no deja. Es alucinante contemplar tu muro de Twitter por la noche y ver cómo comienza a poblarse de hispanoamericanos. Y hay algo hermoso ahí en ver cómo la lengua española, la comunidad hispanohablante, no deja de producir.
-Lo veo convencido...
-Es que por eso digo que no podemos decir que esto sea mejor ni peor. Lo único seguro es que se producirán cambios que ni podemos esbozar. El momento, desde luego, es muy interesante.
-Y en literatura, ¿por qué no abunda más la literatura que experimenta en sintonía con los tiempos?
-En otras épocas los autores más leídos tampoco eran Galdós o la Generación del 27, sino Vicente Blasco Ibáñez. El mismo Faulkner o Torrente Ballester no eran muy leídos, y hoy son respetados. No hay que confundir entre la literatura de puro entretenimiento y la que sin renunciar a seducir al lector aspira a algo más. Estas dos tendencias siempre han estado ahí, y el papel, cada vez más residual, de la crítica literaria debe ser el de intentar poner en contacto al público lector con los autores más interesantes.
-¿Hubo mejores épocas para la experimentación? ¿Los sesenta, los setenta?
-... Pero el movimiento experimental de los setenta vendía poco. Lo que pasó es que al entrar la industria de mercado los economistas desplazaron a los editores. Primero se puso de modelo a autores que vendían, grandes nombres, pero la aparición del "best seller" histórico hizo que apareciera un público nuevo y en el afán de mantener a ese público se olvidaron de los grandes maestros y se pusieron a buscar "best sellers". Ahí todo se estropeó. Y el hueco que quedó para la escritura experimental fue muy reducido.
-¿Qué me dice de las nuevas pequeñas editoriales, las llamadas "indies"?
-Han traído la bibliodiversidad, en un momento en el que el mercado parece que se ha autorregulado, volviendo a un número de novedades, dicen, de 1992. El mercado ha tomado conciencia de que había saturado la oferta; pero las bibliodiversidad que aportan las "indies" es uno de los grandes objetivos que mantener.
Articulo Publicado en Ls Nueva España www.Ine.es
http://www.lne.es/oviedo/2013/11/09/hoy-lectura-amplia-que-que/1496876.html
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