martes, 19 de noviembre de 2013

Los últimos violeros

RADICIÓN GENERACIONAL

Los últimos violeros

Los Morales conservan su taller de guitarras artesanales desde hace medio siglo en San Juan. La historia de estos luthiers, más vigentes que nunca. Por Miriam Walter


LUNES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2013
Los últimos violeros
Será porque José Morales Moreno se crió en Granada, la tierra del flamenco y una de las zonas más soleadas de España, que se interesó por construir guitarras. Fue el español Eduardo Ferrer quien le dio las primeras lecciones antes de irse a Japón. Y así nació una tradición de luthier que cruzó el mar y se instaló en San Juan y ahora promete seguir generacionalmente por mucho tiempo más, en el pequeño taller detrás del Auditorio. Don José que ahora tiene 93 años y de vez en cuando se da una vuelta por el galpón cuyas paredes fueron testigos de años de ese trabajo mágico de sacarle a un tronco un instrumento único. Allí siguen haciendo guitarras su hijo Francisco Morales Salas (57) y dos de sus nietos. 
“En España, como a mi papá le gustaba la música, su patrón lo mandó a aprender a hacer guitarras y estuvo 5 años aprendiendo. En 1959 mi papá se vino a San Juan. Ya había pasado la Guerra Civil y quería cambiar de lugar. Vino con un contrato de trabajo de carpintero, a Tabachnik en Trinidad. En sus tiempos libres se ponía a hacer guitarras. Apenas llegó hizo seis y salió a ofrecerlas al comercio. Dejó unas en Casa Postigo y otras en una casa de venta de instrumentos musicales. En ese tiempo había una tienda muy importante de venta de artículos para el hogar, Casa Tormo, que era de los hermanos del cantante Antonio Tormo. Ahí llegó con dos guitarras que le habían quedado y como a don Francisco Tormo le gustaba la música, se las dejó. A la semana, ya las había vendido y le pidió más. Mi papá le dijo que no tenía mucho tiempo para hacerlas, entonces el hombre le propuso que se dedique a eso, que él se las compraba a todas”. 
En ese entonces, José ya tenía familia y vivía en una casa alquilada en la Villa Estornell de Rawson, donde montó el primer taller. Al poco tiempo pudo comprar una esquina en la calle Maradona y Maipú, donde había una sola piecita y a la par que hacía guitarras, construía una casita. Pidió un préstamo y compró máquinas. Para fines de los ’70, ya tenía trabajando con él una decena de personas y vendía guitarras no sólo en San Juan sino también en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.  Hacía entre 60 y 70 de estos instrumentos al mes.
En esa esquina el taller de los Morales pasó épocas de gracia y épocas de crisis, como en 1970, cuando don José tuvo que despedir a 3 empleados después de que una empresa que quebró le quedó debiendo mucha plata. Pero salieron a flote y siguen hasta ahora. Desde los ’90 se dedican también a la reparación de estos instrumentos.
El sello de estas guitarras, que se venden con las marcas “Vidala” y “José Morales Moreno”, es lo artesanal. Para la época de esplendor de los Morales, hace 40 años, en la Provincia había otros dos luthiers, de apellidos Martínez y Scalzatto.
“Yo ahora soy el único que sigue la tradición. Yo a los 12 ó 13 años me ponía a ayudarle en las vacaciones. No era como ahora que hay máquinas. Cuando terminé la Secundaria, él me preguntó si quería trabajar de eso y me enseñó los secretos, para hacer bien las guitarras y para que yo siempre tuviera una fuente de trabajo”,  cuenta Francisco, mientras le da los últimos retoques a un nuevo instrumento. 
“La buena guitarra empieza por el estacionamiento. No hay que usar maderas húmedas ni semi húmedas. De un tablón sale una guitarra y acá se consiguen varias maderas, cedro, kiri-anchico, incienso… De nogal o algarrobo vienen de afuera de la Provincia. Las más caras están hechas con palisandro de la India. La madera da mejor calidad de sonido”, cuenta el especialista. Así, una pieza de las que él hace puede costar entre 2.400 y 12.500 pesos. “No sé cuántos harán este trabajo en el país, pero nosotros hacemos todo artesanal, no son piezas seriadas”, remarca. 
Varios músicos sanjuaninos conocen las bondades de las guitarras que hacen los Morales. “Páez Oro tenía un guitarrón, también tenían guitarras de acá el dúo Mínguez Barboza, los hermanos De la Torre y Rolando García Gómez”, enumera Francisco. En tantos años de historia, han construido guitarras a gusto del cliente, con pedidos especiales como que sean de media caja, de boca rectangular o de colores, como blanco, rojo, azul, verde u oro.
Los nietos de don José, Matías y Francisco siguen la tradición por tercera generación, insistiendo con lo artesanal pese a que en el negocio lo industrializado, más económico, gana terreno. De todos modos, el que conoce de música sabe que en esa esquina encontrará una guitarra para toda la vida.
  
((textual))   
“Yo toco la guitarra para probarla pero no me dedico a eso, sé muy poco de música. No tiene nada que ver tocar con hacer el instrumento”.
Francisco Morales Salas.                                                                                                                   http://www.tiempodesanjuan.com/notas/2013/11/18/ultimos-violeros-44535.asp

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