TRASTORNOS/DISFLUENCIA
La tartamudez es curable antes de los seis años
Si los chicos con este trastorno del habla son diagnosticados de manera temprana (4 años es lo ideal), existen tratamientos que les permite hablar con fluidez. La terapia debe ir acompañada por la ayuda y el respeto familiar y escolar.
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Myriam Pérez |
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Uno de cada cien argentinos padece disfluencia (falta de fluidez), más conocida como tartamudez. De ese total, el más afectado es el sexo masculino ya que por cada mujer con esta dificultad hay cuatro varones. Pero las cosas van cambiando, y en este caso para bien ya que hasta hace algunos años no tenía solución y se pensaba que estaba solamente vinculado a lo emocional y psicológico. Ahora la ciencia ha descubierto que su origen es neurobiológico y tratado antes de los 6 años es perfectamente controlable.
Claro que el panorama tampoco es tan desalentador para quienes son mayores porque también pueden recibir tratamientos para mejorar la fluidez y, sobre todo, trabajar la aceptación de esta enfermedad.
A nivel internacional se ha establecido el 22 de octubre pasado como Día de la toma de conciencia de la disfluencia a los fines de que la sociedad toda, las familias con un miembro disfluente y los docentes adquieran los conocimientos necesarios para derivar a los especialistas en tiempo y forma.
En San Juan hay solo una fonoaudióloga, Carolina Salguero, acreditada por la Asociación Argentina de la Tartamudez habilitada para realizar estos tratamientos que mejoran sustancialmente la calidad de vida de las personas. Es así que todos los chicos derivados por sus maestras o familiares asisten al Gabinete Veronelli ubicado en avenida Libertador entre Entre Ríos y Sarmiento para su tratamiento correspondiente.
"Es ideal detectar el problema en el jardín de 4, ya que si son tratados antes de los 6 años, el 80 por ciento de los pacientes tienen posibilidad de cura. La disfluencia debe estar estable para comenzar con el tratamiento por lo que en general siempre es posterior a los dos años y medio. En primer lugar se debe detectar si padece una disfluencia típica o atípica. La primera es aquella en la que el niño repite o da saltitos en el habla pero sin un compromiso corporal, es decir esfuerzo o incomodidad al hablar que se traducen en gestos o tensión. En cambio las disfluencias acompañadas por tensión dejan de ser típicas y se convierten en disfluencias atípicas", explica Carolina Salguero.
La tartamudez no puede sintetizarse a un problema emocional como se dice generalmente. No es de causa psicológica. Los especialistas afirman hoy que hay factores genéticos que pueden predisponer a tartamudear y que ellos interactúan con los factores del medio. Por ese motivo es que también se pide cuando un niño comienza a tartamudear que se revise si en la familia no hay antecedentes en abuelos, tíos u otros parientes directos.
"Esto no se resuelve solo desde el punto de vista terapéutico, ya que es fundamental el compromiso de la familia y del docente quienes deben saber estrategias, cambiar el estilo comunicativo ya que muchas veces es lo que no favorece. Si el chico está en una casa o un grado donde todos hablan a los gritos y apurados el no podrá adaptarse, en cambio si se lo trata con respeto, se le brinda el tiempo que necesita, irá ganando confianza y podrá hablar mucho mejor. La familia es el principal soporte. No hay que olvidar que la tartamudez es cíclica por lo que muchos padres dicen o piensan que le da cuando están nerviosos y no es así. Otro punto a tener en cuenta es valorar lo que el niño dice no cómo lo dice, si bien hay que estimular el lenguaje pero no se debe hacer bajo presión", indica la especialista.
Las burlas pueden ser muy dolorosas para el niño que tartamudea y deben ser eliminadas tanto como sea posible, ya que éstas paralizan, tensionan, llenan de resentimiento y tristeza. Este es un punto clave tanto en la casa como en la escuela porque esto lleva al silencio y al retraimiento de quienes la padecen. http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=596795 |
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