miércoles, 22 de enero de 2014

Cada vez más conectados, cada vez menos sabios


La búsqueda de conocimiento puede hacerse a mayor velocidad hoy gracias a herramientas más inteligentes, pero el saber no es más fácil de encontrar que hace 3.000 años, dice la fundadora de The Huffington Post.

Por Arianna Huffington

Columnista, escritora, cofundadora y editora de The Huffington Post

Lo que necesitan hoy más que nunca los altos ejecutivos es el saber, y una de las cosas que nos dificulta cada vez más la conexión con el saber es la creciente dependencia de la tecnología.
“La gente tiene una relación patológica con sus aparatos”, dijo Kelly McGonigal, una psicóloga que estudia la ciencia del autocontrol en la Facultad de Medicina de Stanford. “La gente no siente sólo que es adicta sino que está atrapada.” Nos resulta cada vez más difícil desconectarnos y renovarnos.
El profesor Mark Williams resumió el daño que nos infligimos: “Lo que sabemos a partir de la observación de las tomografías cerebrales de quienes siempre están apurados, los que nunca saborean la comida, los que siempre van de una tarea a otra sin tener verdadera conciencia de lo que hacen, es que la parte emocional del cerebro está todo el tiempo en alerta máxima. “Por eso, cuando una persona piensa: ‘Corro de un lado a otro para cumplir con todas las cosas’, biológicamente es casi como si estuviera corriendo para escapar de un depredador. Pero nadie puede correr lo suficientemente rápido como para escapar de los propios problemas.” La atención, en cambio, “cultiva nuestra capacidad de hacer cosas sabiendo que las estamos haciendo.” En otras palabras, tenemos conciencia de que tenemos conciencia. Se trata de una herramienta muy importante y algo que no podemos encomendar a la tecnología.
Hay quienes creen que el poder creciente del “big data” (usar potentes computadoras para revisar y encontrar patrones en cantidades gigantescas de información) en algún momento va a rivalizar con la conciencia humana. Pero también hay cada vez más escepticismo respecto de la eficacia del “big data” para resolver problemas.
Como dice Nassim Taleb, autor de El cisne negro: “El big data quizá signifique más información pero también significa más información falsa”. Y aun cuando la información no sea falsa, el problema es “que la aguja viene dentro de un pajar cada vez más grande”.
La búsqueda de conocimiento puede hacerse a mayor velocidad hoy día gracias a herramientas más inteligentes, pero el saber no es más fácil de encontrar que hace 3.000 años en la corte del rey Salomón.
De hecho, la nuestra es una generación atiborrada de información y carente de saber.
El cómico de stand-up Louis CK ha puesto un brillante espejo humorístico frente a nuestra adicción a las pantallas. En una de sus rutinas, destaca lo absurdo de los eventos deportivos infantiles cuando ninguno de los padres es capaz de ver el partido de fútbol porque está concentrado en grabarlo con su aparato, que bloquea “la visión del chico real”. Tan empeñados estamos en grabar lo que hacen nuestros hijos que no los vemos.
El “big data”, la información irrestricta, la posibilidad de estar en contacto constante y la creciente dependencia de la tecnología conspiran para crear un ruidoso congestionamiento de tránsito entre nosotros y un lugar de lucidez y paz. Podemos llamarlo la paradoja digital: los teléfonos inteligentes obstruyen el camino al saber.
Copyright The New York Times, 2014. Traducción: Elisa Carnelli.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/tecnologia-comunicacion/Arianna_Huffington-conectados-sabios_0_1070293358.html

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