“Los hilos de la memoria”: el valor del patrimonio documental
El valor que posee la mayoría de
los documentos -y más aún cuando éstos son históricos- es una realidad
que está fuera de toda duda. Sin embargo, no está nada mal recordarlo de
vez en cuando para que, de esta manera, no se repitan actitudes
irresponsables que, en otros tiempos -e incluso en los actuales-, han
llevado a una destrucción documental sin criterio.
La desgraciada y voluntaria posibilidad de pérdida de documentos valiosos la conocieron muy bien los protagonistas de Los hilos de la memoria, novela escrita por Victoria Hislop y publicada en español por Random en el año 2013. A lo largo de sus más de 500 páginas -en las que su autora vuelve al paisaje griego tras la publicación de su novela La isla-, se nos acerca a la bulliciosa y cosmopolita vida de Tesalónica, en la que conviven judíos, musulmanes y católicos. La ciudad griega será el escenario del relato vital de Dimitri Komninos y la costurera Katerina Sarafoglou, quienes se enfrentarán a numerosos acontecimientos, alegres unos y dolorosos otros. Entre éstos últimos destacaremos la ocupación de Grecia por los ejércitos alemanes en la imparable expansión hitleriana. Es en ese instante cuando los judíos -que hasta entonces convivían en Tesalónica de manera pacífica con el resto de las comunidades- verán peligrar su existencia. Asistiremos así a unos de los momentos más trágicos -y más bellos al mismo tiempo- del relato: la salvación de la antigua torá.
Por todos es conocido el trato -y triste
final en muchas casos-, que las bibliotecas y archivos han tenido a lo
largo de la historia cuando se desencadena un acontecimiento bélico.
Podríamos decir que, con la destrucción de las bibliotecas de Tebas y
Alejandría se inició un camino que, desgraciadamente, los hombres
recorreríamos en numerosas ocasiones, hasta llegar, ya en el siglo XXI,
al saqueo y eliminación de las bibliotecas y archivos iraquíes.
Sin embargo, una de las aniquilaciones documentales más célebres la
constituye, sin duda, la quema de libros “anti alemanes” llevada a cabo
en 1933 en la Alemania nazi con la finalidad de proteger el “espíritu
germano”. Así, fueron pasto de las llamas obras que, o bien reflejaban
ideas lejanas a la ideología nacionalsocialista, o bien hubían sido
escritas por autores desvinculados del régimen por razones políticas,
religiosas o incluso personales. Con este precedente, y volviendo a
nuestra novela Los hilos de la memoria, no resulta extraño que
los judíos de Tesalónica, ante la ocupación alemana, intentaran proteger
su antigua Torá -así como otros objetos y documentos judaicos-, no sólo
por el valor documental que en sí mismos poseían, sino, ante todo, por
su indudable significado cultural. Así, ante la posibilidad de perdida
de objetos tan valiosos y simbólicos, dediden poner en marcha un plan en
el que la costura y las costureras poseerán todo el protagonismo. En
efecto, entre las telas de una colcha y bajo hermosos y cuidadosos
bordados quedarán camufladas y a salvo tanto las hojas que se coservaban
de la antigua Torá como otros documentos de especial relevancia para la
comunidad judía de aquella ciudad.
Cada una de las puntadas, cada uno de los hilos que daban forma a aquellas labores de costura se convertirían en verdaderos hilos de la memoria, salvándose así de la destrucción documentos de gran valor. Los hilos de la memoria
no es sólo una novela. Es un relato a través del que cobra todo su
sentido la necesidad de la preservación de la memoria escrita de un
pueblo.
Acerca de Fernando Betancor Pérez
Archivero, Licenciado en Documentación (UC3M), Especialista Universitario en Archivística (UNED), Licenciado en Geografía e Historia (ULL) Publicacioneshttp://archivisticayarchivos.wordpress.com/2014/01/28/los-hilos-de-la-memoria-el-valor-del-patrimonio-documental/
No hay comentarios:
Publicar un comentario