martes, 12 de noviembre de 2013

Aplicación de la Neurosicoeducación en el aula

Aplicación de la Neurosicoeducación en el aula. Entrevista a Alejandra del Fabro.

11 de noviembre de 2013 a la(s) 9:33
Aplicación de la Neurosicoeducación en el aula.

Entrevista a Alejandra del Fabro.

“El saber, sin dudas, cambia el mundo y el mundo cambia con los saberes nuevos”.

Su espíritu emprendedor es una marca registrada en la personalidad de Alejandra del Fabro. Ella comenzó a dar clases de inglés cuando tenía 15 años y llegó a fundar su propio instituto ―idio+delfabro― en 9 de Julio, Provincia de Buenos Aires, Argentina, que trabaja con chicos de los tres niveles de enseñanza (Inicial, Primario y Secundario). Su vida siguió serena, hasta que, diez años atrás, se topó con las neurociencias, que produjeron un viraje radical en su manera ver las cosas. “Tal fue el impacto que me causaron las posibilidades de su aplicación que me convertí en Capacitadora Docente en Neurociencias”, cuenta contenta. Este disparador le generó mucho entusiasmo y no dudó en aplicar sus nuevos conocimientos en su instituto, en donde desarrolló “procesos compatibles con la forma en la que el cerebro aprende mejor”. Al ver los resultados positivos que obtuvo, su compromiso se fortaleció y sus energías se orientaron en lograr la modelación de las conductas de sus alumnos, a fin de conseguir que “puedan enfrentar los inciertos desafíos de vivir y trabajar en el siglo XXI subrayando los valores pro trascendencia”. Actualmente, su principal objetivo como educadora es “dejar una huella positiva y significativa. Siento una gran responsabilidad el transmitirles a mis alumnos la posibilidad de crecer, aprender y educarse, por eso genero nuevos y distintos espacios constantemente”. Finalmente, concluye: “la aplicación de la neurociencia en nuestra institución ha sido un cambio significativo que nos permite seguir creciendo. Es por esto que estamos trabajando en proyectos conjuntos con la Asociación Educar. El objetivo de estas implementaciones, conjuntamente con la apertura mental que promovemos y el desarrollo permanente de la creatividad, es proveerles a nuestros alumnos herramientas fundamentales para enfrentar los inciertos desafíos del siglo XXI”.

¿Cómo te surgió la necesidad de buscar información distinta de la ya tenías?

A lo largo de mi vida profesional asistí a muchos cursos y seminarios en la Argentina y, por mi profesión, en el extranjero. Necesitaba nutrirme de nuevos descubrimientos y nuevas ideas metodológicas. Recuerdo que al recibirme, por ejemplo, no tenía idea de la teoría de las inteligencias múltiples; no estaban contempladas en el diseño curricular de mi carrera en ese momento.

El saber, sin dudas, cambia el mundo y el mundo cambia con los saberes nuevos. Mi sentimiento era que no podía enseñar con la forma en la que había sido formada profesionalmente, me faltaban más conocimientos.

Apenas me enteré de la existencia de psicología cognitiva, no puede parar de buscar información, capacitarme e implementarla en el aula tan pronto como adquiría un conocimiento nuevo. Lo mismo me ocurrió con técnicas de neuroaprendizaje, aprendizaje sensorial, etc.

¿Qué te sumó la neurosicoeducación?

La neurosicoeducación me sumó el hecho de poder poner en un contexto global todos estos aprendizajes producto de mis inquietudes. Entendí por qué sentía que todos estos conocimientos que había adquirido estaban íntimamente relacionados: aprendí que somos una Unidad Cuerpo Cerebro y Mente (UCCM) más Medio Ambiente. Además me dio un marco teórico fuerte y la posibilidad de conocer, y eventualmente, estudiar nuevos autores.

Con estos nuevos conocimientos, ¿qué tipo de aplicación se te ocurrió?

Compartirlo con mi familia y en el ámbito laboral ¡contárselo a mis alumnos y docentes! De nada servía conocerlo yo sola. Soy educadora innata, creo con mucha fe en la educación y que, a través de ésta, el mundo puede llegar a un equilibrio positivo. Sentí que si compartía esta información con mis alumnos los iba a ayudar a que se comprendiesen más como personas y ellos, a su vez,  a los demás. De eso se trata: de conocer la biología de por qué somos como somos y por qué las otras personas actúan como actúan.

¿Cuál fue la reacción que tuvieron los chicos cuando quisiste aplicar tu nueva metodología?

Mi metodología no cambió en su esencia (ya está implementando conceptos de neuroeducación). Lo que sí recibieron muy bien, y con mucho entusiasmo, fue que compartiese con ellos material de Neurosicoeducación… Que les contase cómo funcionan sus cerebros y por qué somos una UCCM.

¿Qué cambios observaste en el comportamiento de los chicos?

Muy favorables. Sobre todo en cuanto a la tolerancia con todo lo que ello trae aparejado. Creo, sin dudas, que el entender por qué nos molestan y enojan ciertas cosas ha hecho que podamos transferir ese conocimiento a la realidad del aula todos los días.

¿Qué sintió usted frente a las primeras reacciones?

Mucha alegría. ¡El circuito de recompensa de mi cerebro liberó muchísima dopamina!

¿Cuánto tiempo necesitó para los chicos aceptaran la nueva propuesta?

No necesité tiempo, estaban tan expectantes de que se venía la próxima clase que no hubo tiempo de esperar. Es más, era tal la demanda de información que tenían que, por ejemplo, a los más grandes les daba temas para que ellos mismos investigaran otros objetivos que luego trabajaríamos en clase y que, además, después le transmitieran esos conocimientos a los más chicos.

A fin de compartir tus conocimientos y experiencias, ¿nos podrías contar algunas de las actividades llevadas adelante con los chicos?

Realmente el conocimiento me llevó a descubrir el rol fundamental que tienen las emociones en nuestras vidas. Consecuentemente, y producto de las circunstancias, comencé a llevar a cabo el proyecto “Las Emociones en el Aula” en Nivel Inicial.

Le pedimos que nos cuente alguna anécdota que le haya llamado la atención durante la experiencia que tuvo con los chicos.

La anécdota que contaré fue el puntapié para comenzar “Las Emociones en el Aula”. Resulta que el instituto en donde yo trabajo estaba empapelado de posters y afiches (que habían realizado los alumnos de Nivel Primario y Secundario) con ilustraciones del cerebro, mapas conceptuales, encuestas y resultados de lo investigado. Esto, a los más chiquitos, les llamó poderosamente la atención.  Un día de clase en Nivel Inicial, me llamó la maestra porque estaba teniendo una situación con un nene, llamado Manuel. Él nos estaba dando mucho trabajo y entonces, frente al pedido de la maestra, invité a Manuel a mi oficina. Éste es el lugar que ocupo en la institución y, frecuentemente, me toca “retar” chicos. Por este motivo, tengo un montón de libros de cuento con historias que hacen referencia a diferentes cuestiones áulicas y que uso como disparador para poder conversar. Me encanta utilizar la literatura para poder poner un contexto distinto y significativo, para que el nene comprenda que la situación del aula es trasladable a otras realidades y, a partir de eso, poder elaborar un pensamiento, una emoción más positiva y constructiva.

El día que vino Manuel, mientras entrabamos a la oficina, yo no lo miré porque estaba buscando un libro para poder abordar esa situación. De repente, él me dijo: “Mi cerebro me hace portar mal”. Obviamente, dejé de lado la búsqueda del libro y me senté a conversar. Manuel no tenía idea de que era el cerebro el que lo hacía portar mal, simplemente quería congraciarse conmigo porque había visto los trabajos que yo hacía con los alumnos de Primaria y Secundaria y pensó ―muy acertadamente― que diciéndome esto yo me pondría contenta y quizás me olvidase de por qué lo había llamado a conversar.  Entonces, le respondí “tenés toda la razón, Manu. Es el cerebro el que nos hace portar mal. Sos súper inteligente y ¡me diste una muy buena idea!, la próxima clase voy a compartir con vos, tus compañeros y tu señorita cosas re interesantes sobre el cerebro y el portarse mal y bien.”.

¿Cualés fueron las reacciones del entorno en que usted se maneja cuando plateó lo que quería hacer? ¿Qué sucedió con ellos luego de usted llevara a cabo su idea?

Las reacciones fueron súper favorables. Después de hablar conmigo aquel día, Manuel volvió a su clase a contarle a sus compañeros lo que iba a pasar el próximo día.

Cuando comenzamos a trabajar con las emociones, mandamos una nota a las casas para que los papás estuviesen al tanto del proyecto que estábamos llevando adelante. Las familias, muy entusiasmadas y sintiendo que si ellos sabían más del tema podían aplicarlo en casa, me pidieron información. Hicimos varias reuniones de papás, contándoles sobre las diferentes inteligencias, la importancia de la educación emocional, los descubrimientos de las neurociencias y los valores de la Neurosicoeducacion: el buscar compartimientos y acciones pro trascendencia.

Los resultados se vieron casi inmediatamente. Por supuesto, que seguimos trabajando todos los días. En realidad, de eso trata, no son proyectos que comienzan y terminan en determinado momento: esto es la filosofía de la Institución y, por lo tanto, aplicable a todos las personas que la componen todos los días. La repetición es fundamental para crear nuevas redes, hacer consciente las conductas y, mediante la consciencia, obtenemos comportamientos más positivos cada día.

¿Cuál fue la relación que se creó entre los chicos y los docentes?

Una relación de entendimiento y tolerancia mutua. Cuando uno entiende, de verdad, cómo funcionamos y por qué somos como somos, nos ayuda a ver la vida de otra de otra manera. Entender que lo que hacen ciertas personas no es porque sean malas, sino que porque no tuvieron la posibilidad de conocerse. Llegar a que se comprenda esta idea es fundamental.

¿Cuál fue la reacción de los padres de los chicos?

La reacción de los padres fue muy buena, favorable a contribuir desde casa y, sobre todo, me resultó muy motivadora en lo personal: me sentí muy útil como persona al poder transmitirles conocimientos y herramientas para ayudarlos a educar niños felices.

¿Qué resultados espera a largo plazo con este proyecto?

A largo plazo, deseo poder contagiar a más personas para involucrarlas en la importancia de conocerse.  Además, espero poder compartir estas experiencias con otros docentes. Es importante que los maestros comprendan que estos contenidos pueden ser abordados desde cualquier materia. El diseño curricular tiene que ser el marco pero cada uno de los educadores, desde su creatividad, puede “buscar excusas” para mechar contenidos de neurosicoeducacion en sus materias. En mi caso, enseño inglés y, por ejemplo si tengo que trabajar la unidad didáctica “Los colores” aprovecho para enseñar colores con caras que muestren diferentes emociones y así conjugo ambas cosas: lo que tengo que enseñar por currícula y los contenidos que quiero abordar de Neurosicoeducación.  Siento de corazón (es decir, con el cerebro) que mi misión en la vida es educar y, para esto hay que contemplar a la persona en su totalidad: Unidad Cuerpo Cerebro Mente y Medio Ambiente.  De esta manera estaré, cumpliendo con mi objetivo: dejar una huella positiva y significativa en cada una de las personas con las que comparto la vida.

Instituto Idio+delfabro: http://www.idiomasdelfabro.com.ar



Descargar en PDF: http://www.asociacioneducar.com/notas/entrevista-alejandra.delfabro.pdf

Asociación Educar
Ciencias y Neurociencias aplicadas al Desarrollo Humano
www.asociacioneducar.com

https://www.facebook.com/notes/neurociencias-asociaci%C3%B3n-educar/aplicaci%C3%B3n-de-la-neurosicoeducaci%C3%B3n-en-el-aula-entrevista-a-alejandra-del-fabro/621406321235271

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