jueves, 16 de enero de 2014

La enseñanza de computación en las escuelas

La enseñanza de computación en las escuelas

Por   | Para LA NACION
Durante la última edición de la Hora del Código ( Hour of Code ), la actividad organizada en Estados Unidos por la asociación code.org, más de 20 millones de estudiantes de todo el mundo se acercaron a las ciencias de la computación a través de la programación. La iniciativa, que busca modificar la forma en que se enseña computación en ese país, contó con el apoyo de reconocidos artistas, empresas de software e incluso del presidente Barack Obama. Es en este escenario donde nos gustaría discutir el desafiante panorama internacional y la oportunidad para la Argentina, país que históricamente se ha destacado por su trabajo pionero en computación, como ocurrió cuando hace 50 años Manuel Sadosky creó la primera carrera universitaria en computación de América latina en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
El uso de computadoras en la educación para desarrollar habilidades en los niños -como la abstracción y la resolución de problemas- tiene ya varias décadas. Uno de sus impulsores, Seymour Papert, discípulo dilecto de Jean Piaget, creó a fines de los años 60, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el lenguaje de programación Logo, que, con impulso local, llegó a usarse en varias escuelas del país en la década del 80. En 1972, el genial Alan Kay presentó el diseño de la Dynabook, una precursora de las actuales tabletas, cuyo uso estaba focalizado en la educación. Pero luego, cuando comenzó la revolución de las computadoras personales, la enseñanza de la computación en las escuelas se orientó hacia el uso de aplicativos como planillas de cálculo y procesadores de texto, tendencia que puede verse en la mayoría de las escuelas que hoy enseñan informática, tanto en la Argentina como en el resto del mundo. Esta visión eminentemente práctica hizo perder el foco original, que ofrecía un enorme potencial.
Actualmente, la profundidad de la revolución de las llamadas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) ha despertado nuevamente aquellas ideas fundacionales de aprovechar el desarrollo de habilidades que puede generar la programación de computadoras, ahora bajo el título de "pensamiento computacional", acuñado por la investigadora Jeannette Wing. Estas habilidades incluyen el modelado y la abstracción; la división de un problema en problemas más pequeños y manejables; la generalización, para en vez de resolver un problema en particular resolver la clase de problemas que lo contiene, y en general la identificación de problemas y la formulación y prueba de soluciones como una serie de pasos manejables a través de un algoritmo. En síntesis, como dijo Steve Jobs: "Todos en este país deberían aprender a programar computadoras, porque te enseña a pensar".
Tanto el Reino Unido como los Estados Unidos, los grandes precursores de la computación, están promoviendo iniciativas para incorporar las ciencias de la computación a la educación formal. En Estados Unidos se han planteado el objetivo de formar 10.000 docentes para enseñar ciencias de la computación en escuelas secundarias antes de 2016. Otros países como Finlandia, China, Nueva Zelanda, Estonia e Israel han seguido o siguen caminos similares.
En la Argentina, varios organismos del Estado nacional están trabajando en conjunto para instalar un debate alrededor de este importante tema. Un equipo integrado por representantes de la Fundación Sadosky, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; Educ.AR, del Ministerio de Educación; el programa Conectar Igualdad, y el Ministerio de Trabajo han comenzado a organizar distintas actividades extracurriculares con excelentes resultados, ya que, además de lo ya mencionado, entender la computación ayuda a los chicos a comprender cómo funciona el mundo moderno y los incentiva a seguir una carrera laboral en estos temas, algo que el país necesita para apuntalar los esfuerzos orientados a basar su desarrollo en las mejoras en la educación y en el fortalecimiento de sus capacidades científico-tecnológicas.

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